Hacia una educación diversificada

Conforme a los objetivos de nuestra asociación y en el marco de las actividades comunitarias, Los chicos del rincón realizará un primer encuentro entre docentes, padres, profesionales y distintas organizaciones no gubernamentales que comparten iniciativas orientadas a promover la igualdad, la inclusión, la integración y la no discriminación en el ámbito escolar de niñas/os y adolescentes.

JORNADAS DE REFLEXIÓN Y CAPACITACIÓN COMUNITARIA
22, 23 Y 24 DE OCTUBRE EN EL SAINT JEAN


Objetivos del encuentro

► Aportar a la formación y capacitación de docentes y profesionales encargados de llevar adelante el proceso de integración/inclusión de niños y adolescentes.

► Ofrecer un ámbito de intercambio crítico de experiencias, enfoques y estrategias metodológicas para la integración/inclusión escolar.




Lea ahora el programa de actividades o descárguelo desde aquí

Lic María Rosa Córdoba 4523-4547 cel:15-6377-3793
Liliana Vázquez 4543-7785 cel. 15-6253-3405
loschicosdelrincon@yahoo.com.ar
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Por una educación inclusiva

“La institución docente es parte del problema antes que de la solución”, sostuvo la psicóloga María Rosa Córdoba, coordinadora de la asociación Los Chicos del Rincón en una entrevista en FM Urquiza.


Entrevista en FM Urquiza (1° parte)

Orillando el mediodía del lunes 8 de septiembre salió al aire por FM Urquiza una nueva entrega de “Gente que construye”, un espacio de orientación solidaria que conduce el periodista Marcelo Montenegro, amigo incondicional a la ho­ra de dar una mano a aquellas entidades que se constituyen con los más diversos fines —salvo el de lucro— en defensa de los menos favorecidos, aspirando a llenar un hueco que desde los laberintos burocráticos de los poderes públicos dejan al descubierto.

Con el respaldo organizativo y el asesoramiento profesional de Nancy Castellanos, a cargo de la producción del programa, y con la operación técnica de Pablo Galloso, “Gente que construye” se transmite, con el más puro sonido digital, desde la estación de radio local en el 91,7 de la frecuencia modulada todos los lunes y jueves a las once de la mañana.

Por una escuela inclusiva

En esta oportunidad, Montenegro recibió a integrantes de “Los chicos del rincón”, una asociación sin fines de lucro fundada con el propósito de bregar por la plena inclusión escolar, en igualdad de condiciones y sin discriminación, de niños y jóvenes que no “encajan” en los cánones unidimensionales de la pedagogía tradicional y terminan excluidos, de un modo u otro, del sistema educativo.

“Esta asociación nuclea a padres, docentes, familiares y profesionales, y tiene como destinatarios a los niños, niñas y adolescentes con dificultades de aprendizaje o de conducta, por razones físicas o psíquicas, y con discapacidades temporales o permanentes. Estamos trabajando, básicamente, en la igualdad, la inclusión, la integración y la no discriminación de estos niños, porque todavía los alumnos con problemas son mandados al rincón, metáfora que conserva todas la marcas deshumanizantes de aquella situación que alguna vez vivimos de modo literal en nuestra infancia: humillación, vergüenza y confusión, que no hacen otra cosa que profundizar las dificultades de los chicos, agravándolas. En términos generales, las instituciones educativas son parte del problema antes que de la solución”, explicó la licenciada María Rosa Córdoba, psicóloga y ex docente, fundadora de la asociación junto a Liliana Vázquez, actriz y mamá de un chico con déficit atencional.

Las adaptaciones curriculares 

“Las autoridades escolares, en lugar de encarar un trabajo flexible y en conjunto con la familia, optan por acusarla y resistir corporativamente cualquier sugerencia, a la que califican como intromisión ansiosa de los padres, a pesar de que no somos nosotros sino los certificados médicos, psicológicos y psicopedagógicos los que hablan por sí mismos, fundamentando la necesidad de hacer adaptaciones curriculares o, en ciertos casos, solo pequeños ajustes en la modalidad de la enseñanza y la evaluación”, señaló la psicóloga, y citó el caso de su propio hijo, que sufre un tipo particular de epilepsia (no la clásica, que se controla eficazmente con medicamentos), con manifestaciones convulsivas breves, con pérdida de conciencia y con una frecuencia que no baja de dos a tres todos los días. Entre los múltiples transtornos que le acarrea su enfermedad, no son desdeñables las dificultades en el aprendizaje (como consecuencia de las manifestaciones propias del cuadro clínico, imposibles de reseñar aquí). Es más, para su chico, esas limitaciones, que lo ponen en desventaja con el ritmo de estudio de sus compañeros, o­cu­pan el primer término de la lista ya que, en plena adolescencia, su identidad se construye en el vínculo con sus pares en el contexto escolar.

“El aprendizaje depende de muchos factores, no solo de la buena disposición al estudio. Unos aprenden con más facilidad que otros, que requieren de recursos alternativos mínimos para cumplir con los contenidos pedagógicos establecidos. De ahí la necesidad de flexibilizar los procedimientos del aprendizaje y de las evaluaciones”, señaló la licenciada Córdoba, sugiriendo tomar una prueba en dos partes si es muy larga, invitar al alumno a darla en forma oral si la redacción no es su fuerte o reformularle una consigna a un alumno que se queda “mirando el techo”, entre otros ejemplos.

“Parece mentira, estos recursos pedagógicos, estos pequeños ajustes que generan tanta resistencia en el sistema educativo vigente, ya los aplicaba sabiamente William Morris hace un siglo atrás”, agregó, no sin aclarar que estaba hablando “en términos generales” y que la asociación se propone, entre otras cosas, destacar a las instituciones que están a la vanguardia y en conformidad con el espíritu de las nuevas leyes educativas. Tal el caso, en Villa Urquiza, del Instituto Saint Jean que, bajo la dirección —en el nivel medio— de Rubén Padué y en virtud de un equipo docente de excelencia, es un modelo a seguir en materia de integración escolar.

“Pero, lamentablemente, esa no es la norma. Las instituciones no se hacen cargo de los niños-problema. Así, un chico con déficit atencional e hiperquinético, pongamos por caso, es el típico candidato que anda yirando de escuela en escuela ya que, ignorando la raíz neurológica de su problema, es tratado como un niño maleducado. Por el contrario, el Estado debería asumir la responsabilidad de contener a esos chicos, hacer realidad lo que declarativamente se pregona como escuela inclusiva y adaptar el vínculo y los contenidos pedagógicos al niño y no al revés. Por otra parte, tiene la obligación de hacerlo, en cumplimiento de leyes nacionales e internacionales”, sostuvo la coordinadora de “Los chicos del rincón”.

Las leyes

—Las leyes están, pero ellos argumentan la falta de reglamentación.

—Sí, claro, la potestad reglamentaria pertenece al Poder Ejecutivo, pero este debe subordinarse, tarde o temprano, al marco legal que hayan dispuesto los legisladores —expresó la entrevistada—. Es hora, en los albores del siglo XXI, que los organismos estatales se hagan cargo y pongan en práctica la aplicación de las normas que, en materia de integración escolar, son unas cuantas. En principio, la Ley de Educación Nacional (ley 26.206), sancionada a fines de 2006; la Ley de Promoción Integral de los Derechos de los Niños, Niñas y Adolescentes (ley 26.061), también de alcance nacional, promulgada en octubre de 2005; y la Convención de los Derechos de las Personas con Disca­pacidad, aprobada mediante resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas también a fines de 2006, suscripta por el Congreso Nacional, mediante la ley 26.378, hace pocos meses atrás, en mayo de 2008.

Una red de contención y concientización

—¿Qué actividades realizan los integrantes de Los chicos del rincón?

—Son múltiples. Trabajamos en grupos de contención y esclarecimiento para padres de chicos y jóvenes en situación de conflicto con las instituciones educativas; organizamos jornadas, seminarios, talleres, charlas; difundimos material informativo y, en la medida que nos inviten, concurriremos a programas de radio (es­ta es la primera entrevista que nos realizan en una radio) y a otros medios de comunicación. Tenemos la intención, también, de vincularnos con ámbitos de educación terciaria y universitaria, dado que son formadores de profesores; establecer contactos con legisladores y funcionarios tanto de la Nación como del Gobierno de la Ciudad, para comprometerlos en la reglamentación de las leyes para el efectivo cumplimiento de la legislación; y trabajar en red con otras asociaciones con fines similares a los de la nuestra, como un modo de amplificar un mensaje común.

—Uno de los oyentes pregunta si la asistencia es gratuita.

—Absolutamente, es una asociación comunitaria sin fines de lucro.

Eduardo Bergonzi

Publicado en el mes de septiembre de 2008 en el periódico zonal la gran aldea, de Villa Urquiza.

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LOS CHICOS DEL RINCÓN: Días de reunión: jueves de 18 a 20 Dirección: Roosevelt 5706, 1° piso Liliana Vázquez 4543-7785 / 15-62533405 María Rosa Córdoba: 15-63773793 Mail: loschicosdelrincon@yahoo.com.ar
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Martín la vivió en carne propia

Participaron de la entrevista, además, Silvia Graciela Soto y su hijo Martín, miembros también de la entidad.

Martín, en la actualidad, está cursando el profesorado de Historia. Cuando tenía 12 años fue sometido a una cirugía de columna muy riesgosa y tuvieron que implantarlo. Tras la operación iba al colegio enyesado y luego con un corset. "La directora no dejaba que Martín saliera al recreo, me decía que era un alumno con riesgo. Debía quedarse encerrado en el aula. Pero mi hijo no tiene una enfermedad infecto-contagiosa, no tiene que estar en cuarentena ¿Usted no tiene control sobre los alumnos en el recreo?, le pregunté. Con lo limitado que está mi hijo ni siquiera puede compatir un recreo. Y no, es complicado, mejor evitar problemas, fue la respuesta", expresó Silvia, que vivió el hecho como un adelanto a cuenta de lo que vendría en materia de discriminación. Así terminó su séptimo grado, sin recreos y sin viaje de egresados. 

"Ya en el secundario, notaba que volvía muy triste, a veces llorando. Hasta que un día nos contó. Yo soy el 57, dijo. ¿Cómo que sos el 57? Sí, mamá, agarrá la quiniela y te vas a dar cuenta. El 57 es el jorobado. En tercer año los compañeros directamente lo excluían porque si no, decían, no ganamos a las minitas. En el Comercial N° 7 un grupo de compañeros vivía martirizándolo, hasta que fue agredido por uno de ellos, que le hizo un corte con una navaja. Cuando le pedí a la directora que hablara con esos chicos para que dejaran de molestarlo, me dio una solución parecida a la de la directora de la primaria. Y, vió, los chicos son muy crueles... pero no se haga problemas, Martin ya termina la escuela, me dijo. Por supuesto, mi hijo no tuvo, una vez más, su viaje de egresados porque ¿quién iba a compartir la habitación con el 57?", relató Silvia Soto, sumando a aquellas actitudes discriminatorias una nueva: aun cuando Martín cuenta con tercer año de abogacía aprobado y con un nivel avanzado en el profesorado de Historia, no consigue trabajo.

"En cierta forma me da hasta gracia —ironizó Martín—. Si uno recibe un curriculum tendría que leerlo, saber cómo es el perfil de la persona. Si te pongo que estoy estudiando y que tuve ciertos trabajos, tenés que ver antes si estoy capacitado para lo que me estás pidiendo, entonces no me hagás ir al divino botón, porque cuando me ven a mí se les transforma la cara, en el lapso en que estoy llegando al escritorio, sé que están pensando cómo decirme que no estoy apto para ese trabajo", porque su imagen no da para tal o cual empresa.


—Hay un tango que dice que "la pinta es lo de menos". Es mentira —desmintió Montenegro, que de tangos sabe un rato largo—. Para quien hace entrevistas la pinta es lo primero. Si vas muy bien afeitadito, pelo corto y tratás a todo el mundo de señor, ya tenés algo a favor. Si te dejás el pelo largo, tenés barba y sos un capo en lo tuyo, ya entrás perdiendo.


—Esto comienza muy temprano, en la escuela primaria, y al llegar a la edad de Martín ya se hizo una bola de nieve —acotó María Rosa—. Las leyes plantean (y es en lo que trabajan "Los chicos del rincón") la no discriminación por raza, género, creencias, posición económica, origen étnico, capacidades especiales o impedimentos físicos. Todos los años se enseña en las escuelas la Declaración de los Derechos del Niño, pero del dicho al hecho...
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Algunos criterios para la integración escolar
en los colegios de la ciudad

En un número anterior publicamos una entrevista que se llevó a cabo en FM Urquiza. En esa ocasión, Marcelo Montenegro, conductor del espacio de orientación solidaria “Gente que construye” —que sale al aire por la 91.7 todos los lunes y jueves a las once de la mañana— dialogó con María Rosa Córdoba, psicóloga, ex docente y coordinadora de “Los chicos del rincón”, una asociación sin fines de lucro fundada con el propósito de bregar por la plena inclusión escolar, en igualdad de condiciones y sin discriminación, de niños y jóvenes que no “encajan” en el sistema pedagógico tradicional.
Aceptación de las diferencias, articulación entre la educación
común y la especial, y equipos de integración
son algunas de las ideas que fundamentan la educación desde la diversidad
En esta oportunidad e invitados por la licenciada Córdoba, Montenegro recibió a cuatro integrantes del ámbito docente: una maestra y una psicopedagoga del Instituto Saint Jean —Monroe 5352— y una docente y un profesor integrador del Centro de Integración Escolar, que iremos presentando en el transcurso de la nota.

Aceptar al otro tal como es

En el jardín de infantes del colegio de Villa Urquiza la integración se pone en práctica “cada quince días, cuando un grupo de educación especial se reúne con mis alumnos de la sala de 5. Entre la maestra de ese grupo y yo coordinamos ciertas actividades con el fin de trabajar la socialización de los chicos y la aceptación del otro tal como es”, señaló Victoria Vardé, profesora del nivel inicial del Instituto Saint Jean, enumerando dichas actividades conjuntas: educación física, música, trabajo con masa, dibujo y pintura, entre otras, que “al tiempo que afianzan el vínculo los compromete a una tarea común, ayudándose entre si de acuerdo a las capacidades que tiene cada uno”.

Integración parcial e inclusión

Al margen de la necesaria distribución en diferentes niveles —preescolar, primario, nivel medio y educación especial—, “el Saint Jean es todo uno”, destacó la psicopedagoga María Costanza Beneti Díaz, coordinadora del Nivel Inicial y Primaria, en alusión a la articulación que se viene forjando entre todos los niveles, y sumó a la integración señalada por su compañera la de una nena con integración parcial en salita de 4 y la inclusión de un chico en el nivel medio.

A ese respecto, la psicopedagoga delimitó las diferencias entre integración e inclusión educativa. “En una instancia se trabaja puramente lo social, por eso hablamos de una integración parcial, como es el caso de esa nena integrada dos días de la semana en la escuela de educación especial y los tres restantes en el nivel inicial, acompañada por un técnico, ya sea la psicóloga, la psicopedagoga o la fonoaudióloga.

En cambio la inclusión —precisó— hace referencia al tema de los chicos con necesidades educativas propias, aquellos que no portan caras pero que tienen dificultades en el aprendizaje. Estamos apuntando a que el docente pueda detectar estas conductas y, a partir de ahí, empezar a trabajar con el equipo, con los papás, con los docentes, suministrándoles todas las herramientas psicopedagógicas para atender la problemática de ese alumno”.

El rol del integrador

En el caso de Pablo, un chico que sufre un tipo particular de epilepsia, con manifestaciones convulsivas breves y pérdida momentánea de la conciencia, “la inclusión tiene que ver con una adaptación mínima en los contenidos y mucha comunicación con los profesores para que ellos comprendan el criterio de evaluación a adoptarse y no se sientan shockeados frente a las crisis epilépticas que pueda tener en clase”, sostuvo Javier Steinke, profesor integrador y acompañante terapéutico, próximo a recibirse de psicólogo.

“Frente a sus crisis yo me mostré seguro y operativo, oficiando de modelo para sus compañeros y profesores de cómo manejarse ante esas situaciones, ya que mi intención no era estar siempre en la clase, sino que Pablo pudiera relacionarse con los compañeros normalmente y que no sienta esta mirada mía ahí dentro de la clase”.

La fórmula dio resultado casi de inmediato. Sus compañeros del 3° año del nivel medio del turno mañana ya sabían qué hacer en ocasión de presentarse las crisis: le sacaban la lapicera de la mano, le corrían los bancos, les explicaban a los profesores cómo tenían que comportarse.

“Cuando yo vi eso —señaló Steinke—, me dije listo, ahora Pablo tiene que estar solo y yo desde afuera ajustando algunas cosas como buscar los programas de las materias y hablar con los profesores en caso de que necesitaran contención o esclarecimiento en relación a algunas conductas que pudieran malinterpretarse, como por ejemplo dormirse tras las convulsiones, que no tiene que ver con que salió anoche y durmió poco sino que es una consecuencia propia del episodio y de la medicación antiepiléptica. Que no se la interprete como una conducta transgresora sino como una manifestación de la enfermedad”.

El certificado de discapacidad

Gisela Kalsinsky, otra de las invitadas, es directora, desde hace siete años, del nivel primario de la escuela porteña Federico Froebel. “Cuando ingresé le dimos forma al proyecto de integración. Tenía 26 años y fue todo un desafío. Trabajé en el Ministerio de Educación y aprendí un montón.

Siendo docente, más que enseñar, aprendí”, indicó. En su caracter de coordinadora del Centro de Integración Escolar, una entidad que trabaja mediante las obras sociales con familias que tienen chicos con alguna discapacidad o una necesidad educativa especial, destacó la importancia de discriminar, en un sentido positivo, las posibilidades propias de cada alumno con el fin de determinar sus necesidades y, en los casos que lo ameriten, los padres, superando resistencias, angustias y prejuicios, soliciten cuanto antes el certificado de discapacidad, condi- ción excluyente para que las obras sociales se hagan cargo de los costosos gastos que demandan los tratamientos y la medicación, entre otras erogaciones.

Leyes y resoluciones para la integración educativa

Quince años atrás se promulgaba la Ley Federal de Educación, en la que se mencionan algunos criterios para la integración escolar en colegios públicos y privados de la Ciudad y de la Provincia de Buenos Aires. “En relación a esa ley, la Secretaría de Educación porteña cuenta con la Resolución 1274 acerca de los Principios Básicos de Integración Educativa, del año 2000, y en línea con ésta las disposiciones 649 y 900/2007 de la Dirección General de Educación Privada, que fijan a grandes rasgos los criterios de modalidad de integración de alumnos con necesidades educativas especiales”, documentó Kalsinsky, añadiendo que “en provincia está vigente la Resolución 2543, del año 2003, y la Disposición N° 53, del año 2006, que establece que equipos particulares de los chicos, como es nuestro centro de integración, pueden incluirse en una institución privada, porque en la provincia de Buenos Aires, las integraciones están bajo la dependencia de las escuelas de educación especial. El centro de integración va en caracter de acompañante terapéutico del niño o de asistente físico en el caso de una discapacidad motora”.

Pulseada entre la vocación y el narcisismo del docente

Tales equipos integradores, sin embargo, no son admitidos en las escuelas públicas porteñas. “En ese ámbito no podemos trabajar, por eso los papás tienen que cambiar a los chicos a escuelas privadas, porque la docente que envía el Gobierno de la Ciudad va una vez por semana y no llega a cubrir las necesidades del chico”, concluyó la educadora, no sin antes mencionar que en las privadas no siempre está asegurada la predisposición óptima, que depende de la relación entre la vocación y el narcisismo de los docentes, que pueden sentirse cuestionados por la naturaleza interdisciplinaria del trabajo y la “irrupción” del equipo externo en el aula. “Además —agregó—, si el director de la institución no tiene la total convicción de un proyecto de integración, no se puede pretender que los docentes a su cargo lo lleven adelante con éxito”.

Eduardo Bergonzi

Publicado en el mes de diciembre de 2008 en el periódico zonal la gran aldea, de Villa Urquiza.
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