Martín la vivió en carne propia

Participaron de la entrevista, además, Silvia Graciela Soto y su hijo Martín, miembros también de la entidad.

Martín, en la actualidad, está cursando el profesorado de Historia. Cuando tenía 12 años fue sometido a una cirugía de columna muy riesgosa y tuvieron que implantarlo. Tras la operación iba al colegio enyesado y luego con un corset. "La directora no dejaba que Martín saliera al recreo, me decía que era un alumno con riesgo. Debía quedarse encerrado en el aula. Pero mi hijo no tiene una enfermedad infecto-contagiosa, no tiene que estar en cuarentena ¿Usted no tiene control sobre los alumnos en el recreo?, le pregunté. Con lo limitado que está mi hijo ni siquiera puede compatir un recreo. Y no, es complicado, mejor evitar problemas, fue la respuesta", expresó Silvia, que vivió el hecho como un adelanto a cuenta de lo que vendría en materia de discriminación. Así terminó su séptimo grado, sin recreos y sin viaje de egresados. 

"Ya en el secundario, notaba que volvía muy triste, a veces llorando. Hasta que un día nos contó. Yo soy el 57, dijo. ¿Cómo que sos el 57? Sí, mamá, agarrá la quiniela y te vas a dar cuenta. El 57 es el jorobado. En tercer año los compañeros directamente lo excluían porque si no, decían, no ganamos a las minitas. En el Comercial N° 7 un grupo de compañeros vivía martirizándolo, hasta que fue agredido por uno de ellos, que le hizo un corte con una navaja. Cuando le pedí a la directora que hablara con esos chicos para que dejaran de molestarlo, me dio una solución parecida a la de la directora de la primaria. Y, vió, los chicos son muy crueles... pero no se haga problemas, Martin ya termina la escuela, me dijo. Por supuesto, mi hijo no tuvo, una vez más, su viaje de egresados porque ¿quién iba a compartir la habitación con el 57?", relató Silvia Soto, sumando a aquellas actitudes discriminatorias una nueva: aun cuando Martín cuenta con tercer año de abogacía aprobado y con un nivel avanzado en el profesorado de Historia, no consigue trabajo.

"En cierta forma me da hasta gracia —ironizó Martín—. Si uno recibe un curriculum tendría que leerlo, saber cómo es el perfil de la persona. Si te pongo que estoy estudiando y que tuve ciertos trabajos, tenés que ver antes si estoy capacitado para lo que me estás pidiendo, entonces no me hagás ir al divino botón, porque cuando me ven a mí se les transforma la cara, en el lapso en que estoy llegando al escritorio, sé que están pensando cómo decirme que no estoy apto para ese trabajo", porque su imagen no da para tal o cual empresa.


—Hay un tango que dice que "la pinta es lo de menos". Es mentira —desmintió Montenegro, que de tangos sabe un rato largo—. Para quien hace entrevistas la pinta es lo primero. Si vas muy bien afeitadito, pelo corto y tratás a todo el mundo de señor, ya tenés algo a favor. Si te dejás el pelo largo, tenés barba y sos un capo en lo tuyo, ya entrás perdiendo.


—Esto comienza muy temprano, en la escuela primaria, y al llegar a la edad de Martín ya se hizo una bola de nieve —acotó María Rosa—. Las leyes plantean (y es en lo que trabajan "Los chicos del rincón") la no discriminación por raza, género, creencias, posición económica, origen étnico, capacidades especiales o impedimentos físicos. Todos los años se enseña en las escuelas la Declaración de los Derechos del Niño, pero del dicho al hecho...
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